Educación Técnico-Profesional: Motor de la Movilidad Social en Chile
Por Jaime Vargas, Director Escuela de Ingeniería Y Tecnología de IPG
La educación ha sido, y sigue siendo, el bastión de desarrollo para cualquier sociedad que aspira al progreso y la mejora de la calidad de vida de sus ciudadanos. No obstante, durante décadas, prevaleció en Chile el paradigma que ligaba el éxito personal y profesional únicamente a la formación universitaria. Hoy, la realidad es diferente.
El reciente estudio «Movilidad Social: aportes desde la educación técnico-profesional», realizado por Inacap, desmantela este mito y ofrece datos reveladores sobre la importancia y crecimiento de la educación técnico-profesional (ETP) en Chile. Según este estudio, el 57% de los estudiantes de primera generación en educación superior proviene de la ETP, mientras que el 43% restante pertenece al ámbito universitario. Estas cifras, más que simples números, representan una revolución en la forma en que los chilenos perciben y acceden a la educación superior.
La creciente preferencia por la ETP no es un fenómeno casual. Las carreras técnicas y profesionales ofrecen un conjunto de habilidades y competencias directamente alineadas con las necesidades del mercado laboral, facilitando la rápida inserción y movilidad en este. Por otro lado, en una sociedad en constante cambio y evolución tecnológica, la formación técnico-profesional se presenta como una opción ágil, que adapta sus currículos a las demandas emergentes, permitiendo a los egresados estar siempre a la vanguardia.
Además, no se puede pasar por alto el retorno económico. El informe muestra que, a largo plazo, cursar estudios superiores en la ETP ofrece un retorno económico favorable, incluso mayor que ingresar directamente al mercado laboral tras completar la enseñanza media. Este hecho no solo demuestra el valor económico de la educación técnico-profesional sino también su contribución a la movilidad social. Estudiantes de la ETP, en su mayoría de primera generación, logran romper barreras socioeconómicas y consolidar un futuro más prometedor para ellos y sus familias.
Pero, ¿qué desafíos enfrentamos desde la dirección de la escuela de ingeniería y tecnología del Instituto profesional IPG? Es esencial seguir adaptando nuestros programas educativos a las necesidades actuales y futuras, fortaleciendo la formación en áreas tecnológicas y de innovación. Además, debemos potenciar la vinculación con la industria y el sector productivo, garantizando una formación acorde a sus demandas y facilitando el acceso de nuestros egresados al mundo laboral. La colaboración entre instituciones educativas, entidades gubernamentales y empresas privadas será crucial para seguir impulsando la ETP como motor de desarrollo y movilidad social en Chile.
Finalmente, es imperativo destacar la necesidad de continuar implementando y mejorando formatos educativos flexibles, como la educación a distancia. La tecnología nos ofrece herramientas invaluables que debemos aprovechar para llevar educación de calidad a todos los rincones del país.
La educación técnico-profesional ha demostrado ser un pilar en la movilidad social de nuestro país, y desde el Instituto profesional IPG, nos comprometemos a seguir trabajando para fortalecerla y hacerla accesible para todos los chilenos.